Cuando lo extenso es doblemente bueno

Nunca llegaré a entender la expresión "novela larga". Con todo el respeto del mundo, nunca comprenderé que la lectura de una novela se descarte por el número de sus páginas. He leído novelas de menos de 200 páginas que se me han hecho interminables, más largas que otras del doble o triple de tamaño.

El número de páginas nunca definirá la calidad de un título. Y de ahí que sea un gran error renunciar a libros como La ley de los justos (Grijalbo) por su extensión -más de 1.100 páginas-. Insisto, me he encontrado con libros con la décima parte de su longitud que me han resultado auténticos tostones. Se confunde demasiado novela larga con novela densa.

La ley de los justos no es una lectura espesa. Todo lo contrario. Chufo Lloréns, su autor, acompaña al lector con capítulos cortos que van saltando de una trama a otra en esta novela histórica ambientada en la Barcelona -ciudad en la que nació el autor en 1931- de finales del siglo XIX.

Su cuidada narración tiene la capacidad de hacernos imaginar en color sepia esa Ciudad Condal que compartía esplendor con los problemas sociales (diferentes clases, revueltas obreras, amores imposibles) de la época. Una Barcelona que albergó la Exposición Universal de 1888 y que estaba edificando los pilares de la gran ciudad que es en la actualidad.

El autor muestra al detalle los aspectos y diferencias de la vida de la época. Refleja a la perfección el estado de una sociedad que empieza su renacer particular tras la despedida obligada de la España imperial.

Algunos de los habitantes de esta ciudad literaria formaron parte de la historia y otros han nacido de la ficción de un autor que respecta la estructura clásica de la novela a la hora de narrar los acontecimientos. Los Bonafant, los Ripoll o esos secundarios como Silverio o Carmen son protagonistas de esta historia de historias.

Además de la ambientación, del recorrido que realiza por esa Barcelona de antes, de las anécdotas, de la humanidad que aporta a sus personajes, el autor también va ofreciendo a lo largo de la novela claves que ayudan a entender la evolución de la sociedad barcelonesa.

Para finalizar con esta opinión sobre La ley de los justos me gustaría ofrecer un dato para regresar otra vez al principio. He calculado el tiempo que he tardado en leer este libro: 28 horas. ¿Mucho? ¿Demasiado? ¿Novela larga? Chufo Lloréns ha empleado cuatro años de su vida en la elaboración, documentación y escritura de la novela. Es de justicia no descartar de inicio la novela por su extensión.

Por: Manuel Muñoz
Fecha: 16-03-2015