Los pasos en el vacío

Una novela sobre los problemas, relaciones y sentimientos que se viven a diario en un centro penitenciario

La cárcel como escenario protagonista de Los pasos en el vacío (Cazador), una novela escrita por Manuel Martín-Arroyo Camacho (Rota, 1978) que ha sido finalista del Premio Novela Negra Bellvei Negre 2019. Luis, un joven que acaba con sus huesos en un centro penitenciario, da vida a una historia sobre los sentimientos, las relaciones y los problemas diarios que se dan en una cárcel. Con saltos al pasado, el autor va explicando la historia de Luis y los motivos por los que acabó con sus huesos en el talego. 

Aún no sé quién ganó aquella tarde, y pese a que fue una batalla tribal a garrotazos, la honra y la dignidad de mi hermana me parecieron la cosa más importante del mundo en aquellos momentos

Los pasos en el vacío

Con un ritmo de lo más fluido, una narrativa ágil y un uso del argot carcelario que pone todavía más si cabe en escena al lector, Martín-Arroyo firma una historia de lo más realista que creará una gran empatía en quien recorra Los pasos en el vacío. El autor conoce a la perfección el mundo que relata, de hecho lleva siete años como maestro en el Centro Penitenciario Puerto III. 

Con unos personajes  bien construidos, una trama que atrapa y temas interesantes como la traición, las leyes internadas de la cárcel, las drogas, la violencia o el feminismo. Nos encontramos ante una novela con mucha carga psicológica que nos invita también a la reflexión en muchos momentos. Sentiremos miedo, desesperación, tristeza e indignación al encontrarnos con un concepto diferente de la justicia y de aquellos que, supuestamente, tienen que impartirla y cuidar de la seguridad del Estado. Una novela muy recomendable. 

Así comienza...

"Me llevaron al furgón entre gritos, insultos y brazos que sobresalía del cordón policial. Escuché vítores, aplausos lejanos y un alboroto que no quería mirar. El ambiente era sofocante y me aturdía a cada paso que daba. El interminable clic de los periodistas gráficos ya me daba igual y  tampoco me apetecía alzar mi rostro para posar ante los mismos miserables que echaban sal en mis heridas día tras día. No les iba a dar el plano perfecto para ilustrar la portada de su siguiente rotativa. Rotundamente no. Docenas de preguntas al aire, micrófonos de colores, espaldas y hombros de policías que me cogían sin importar el daño causado". 

Por: Manuel Muñoz
Fecha: 03-02-2020