Madrid no es ciudad para la rutina

La capital de España se convierte en protagonista de una antología de relatos escrita por Miguel Berzal de Miguel

    

Madrid no es ciudad para la tranquilidad. La capital española es la protagonista de una antología de relatos escrita por el joven autor y director de cine  Miguel Berzal de Miguel. Las horas muertas es el título de un libro que ha sido publicado por Ediciones Oblicuas. El autor da vida en sus textos a unas breves historias con unos personajes inquietantes que están alejados de la aparente rutina de la gran urbe. Familias normales en apariencia que acaban abrazándose con la oscuridad. 

El silencio de mi madre me preocupaba. Ella quería impedir, por todos los medios, que saliera a la luz ese terrible secreto que tan cuidadosamente guardaba

Las horas muertas

Pequeñas historias, diálogos frescos y una narrativa cercana, sin aditivos, forman parte de un libro que aborda temas como la violencia de género, las relaciones familiares, la maldad humana o los problemas más cotidianos llevados a extremos. Los numerosos personajes que caminan por las páginas de Las horas muertas aportan mucho juego a la lectura. 

Berzal de Miguel -en la imagen- también es autor de la novela Entre parientes, una obra que fue seleccionada en el Premio Gregorio Samsa de Novela Breve 2016. Además, cuenta con otra colección de relatos psicológicos y ha d iridio tres cortometrajes y la película Sin novedad,  con la que ha sumado nominaciones a los Goya. 

Las horas muertas...

"El no conseguir agradarles en nada, le generaba a Francisco una gran inseguridad. Renunciaba con ello a ser como era, los obedecía en todo, se interesaba por todo lo que decían y, sin embargo, siempre los irritaba. Envuelto en la oscuridad y el silencio de su dormitorio, antes de dormirse, Francisco se dijo: Y ¿para qué? Si, en realidad, yo no quiero ser como ninguno de los dos"...

"Debió de quedarse dormida en el suelo porque cuando despertó reinaba el silencio. Pensó que sus padres llevarían en la cama ya varias horas y se apresuró a acostarse. Estaba levantándose del suelo cuando la puerta de la habitación del final del pasillo se abrió. La niña pegó un grito, pero nadie acudió en su ayuda. Entonces, pataleó y empezó a llorar. Sus padres encendieron la luz de su c cuarto y, poco después, Cristina escuchó como uno de ellos se levantaba...". 

Por: J. Berto
Fecha: 20-05-2019