Adoración, de Miguel Zamorano: la novela que desnuda la fragilidad del deseo

Una historia sobre la culpa, el cuerpo y la memoria que confirma a Zamorano como una de las voces más intensas de la narrativa española actual

Miguel Zamorano construye en Adoración (Alba) una novela de introspección y abismo emocional. La historia sigue a Mario, un hombre que regresa a la casa familiar tras años de distancia y se somete a terapia para comprender los recuerdos fragmentados que lo persiguen desde la infancia. Desde la primera escena —una conversación entre paciente y psiquiatra frente a una pantalla negra— el lector se adentra en un relato donde la verdad y la memoria se confunden.

La narración avanza entre sesiones de terapia, confesiones y evocaciones del pasado. A través de una estructura fragmentada y precisa, el autor indaga en los ecos de una infancia marcada por el silencio, el miedo y la pérdida de inocencia. En ese viaje interior emergen figuras que encarnan la ambigüedad del deseo y el poder: el profesor Oliver, el amigo Víctor, el padre, los amantes adultos. Cada uno refleja una parte del trauma que el protagonista intenta recomponer, como si escribir —o recordar— pudiera otorgarle sentido.

Cuerpo, deseo y silencio

El título de la obra, Adoración, alude a la frontera entre el amor y la dominación, la belleza y la violencia. Zamorano no aborda estos temas desde el morbo, sino desde una escritura contenida, lúcida y emocionalmente devastadora. El cuerpo, observado con minuciosidad, se convierte en un espacio de culpa y redención. La sensualidad y la vulnerabilidad conviven en una prosa de ritmo hipnótico, donde cada gesto revela la tensión entre lo visible y lo reprimido.

El autor se mueve entre la psicología y la simbología religiosa, donde la adoración remite tanto al culto como a la sumisión. A través de escenas de gran carga visual —los ensayos musicales, el verano en la residencia, el reencuentro con el pasado—, Zamorano expone la herida que deja el deseo cuando se confunde con el poder. La escritura, como la memoria, se convierte en el único modo de reconstruir una identidad quebrada.

En el trasfondo de la historia, el lector asiste al derrumbe de los vínculos familiares y afectivos. La figura del padre, el peso de la religión y la educación sentimental forman un entramado simbólico que cuestiona la herencia del dolor y la imposibilidad del perdón. El silencio aparece como refugio y condena. En ese sentido, la novela plantea una reflexión sobre la voz: lo que se dice, lo que se calla y lo que, al pronunciarse, deja de ser verdad.

El autor demuestra un dominio excepcional del lenguaje narrativo. Su estilo es preciso, poético y sin concesiones. La alternancia de tiempos, los cambios de perspectiva y el tono confesional logran una atmósfera tan inquietante como íntima, donde cada palabra pesa y cada silencio resuena.

Adoración confirma a Miguel Zamorano como una de las voces más personales de la narrativa contemporánea española. Su novela se sitúa entre la introspección psicológica y la exploración moral, sin ofrecer respuestas fáciles. Es una historia sobre cómo el deseo puede ser tan destructor como revelador, sobre la necesidad de mirar atrás para poder avanzar.

El resultado es un libro incómodo, bello y necesario, donde la escritura se erige como acto de resistencia frente al olvido. Una obra que exige del lector implicación y sensibilidad, pero que ofrece a cambio una experiencia literaria de enorme intensidad emocional.

Por: Raquel Ortiz
Fecha: 05-10-2025