Cualquier verano es un final, la mejor novela de Ray Loriga hasta la próxima
Una historia de amistad que se acerca a la frontera del amor. Un homenaje a la vida antes de llegar al frío invierno
Un libro sobre el amor y la amistad que nació cuando la muerte se acercaba peligrosamente al escritor que ha dado vida a Cualquier verano es un final (Alfaguara). Ray Loriga es el autor que estuvo varios minutos clínicamente muerto.
En sus largos días (con sus noches) en el hospital fue creando esta historia donde la melancolía, ese sentimiento que mezcla tristeza y alegría, tiene un papel importante junto a esos personajes que caminan por un mundo que lleva el sello propio de uno de los grandes escritores españoles de las últimas décadas.
La muerte, el precipicio personal y los abismos también están muy presentes en una narración a la que no le falta el particular tono irónico de Loriga y el humor. Con frases muy bien redondeadas, de esas que se subrayan y dejan huella, Cualquier verano es un final es una novela en apariencia sencilla pero envuelta en un papel profundo.
Todo un homenaje a la amistad, tal vez una de sus mejores novelas, un libro sobre el final de la larga juventud, sobre el principio del fin. Luiz ya no quiere seguir viviendo. Tiene una vida privilegiada, pero sus reflexiones le llevan a plantearse los motivos por los que seguir en este mundo. La conclusión a la que llega apunta a Suiza y al suicidio asistido.
Así comienza...
Les contaré lo peor que me ha pasado: confundir, en un sueño, una oca con un alce después de haberme obsesionado durante muchos días y sus correspondientes noches con un poema de Elizabeth Bishop. Según parece, hay que fijarse en los detalles. La realidad tiene engranajes y piezas muy pequeñas.
Las orlas, por lo visto, son esenciales, y los pespuntes, los flecos, las cenefas, las golas, los tocados, los chapines, todos los principios y todos los finales importan. Afilado o romo. ¿Detrás de qué? ¿Escondido dónde? ¿A qué hora exacta fue?