Todavía recuerdo la primera vez que leí hace ya más de dos décadas El joven Lenon. Desde entonces hasta acá habrán sido más de diez las novelas de Jordi Sierra i Fabra que he podido disfrutar. En Nadie al otro lado (SM), el autor vuelve a demostrar su agilidad narrativa. Dos personajes (Gabriel y Helena) y un búnker. Nada más. O nada menos. Y una historia que se lee de golpe gracias a la estructura y la frescura de los diálogos. 

Sin perderse en descripciones pesadas, son los personajes los que nos introducen en la historia y nos llevan a reflexionar sobre las distintas formas de amor y amar. ¿Dónde están los límites sentimentales? Muchos quieren llamarlo amor, pero Sierra i Fabra plantea el dilema a través de las páginas de un libro que también habla sobre obsesiones y relaciones tóxicas. 

Dos chicos normales son los que protagonizan esta novela de constantes giros y de un final que sorprenderá. Dos personajes excepcionalmente trazados en un escenario de fin del mundo ante la guerra nuclear que va a estallar. Gabriel decide salvar a Helena, a la que lleva a su búnker. Él está enamorado de ella. ¿Es un amor recíproco? 

A un ritmo frenético iremos devorando las páginas de esta novela juvenil que cuenta con ese estilo habitual de Sierra i Fabra. Capítulos cortos, frases directas y nada de irse por las ramas. Lectura amena y muchos lectores al otro lado. 

"Se hizo la dormida cuando Gabriel se deslizó en la cama, a su lado, muy suavemente, para no despertarla. Aquellas lágrimas... Tanto dolor, tan sinceras, tan desconcertantes... ¿Por qué? Estaban allí juntos, para siempre. Para siempre. ¿O no? Escuchó su respiración, gradualmente acompasada, y poco a poco, minuto a minuto, supo que iba relajándose del todo, durmiéndose. Ella misma acabó haciéndolo. Soñó que estaba en el simulador, en lo alto de aquella montaña, con el mundo a sus pies". 
Por: Natalia Huel
Fecha: 24-09-2016