Raquel Sánchez Silva: "Escribir es tener un lugar para escapar"
La presentadora ha encontrado en las páginas de su primera novela el mundo necesario para escapar de los duros momentos con los que ha tenido que convivir en los últimos tiempos
Raquel Sánchez Silva (Plasencia, 1973) está disfrutando de Mañana, a las seis (Planeta), su primera novela tras Cambio príncipe por lobo feroz (2008), un libro del llamado género chic-lit. La presentadora de programas como Pekín Express o Supervivientes ha encontrado en las páginas de su libro el mundo necesario para escapar de los duros momentos con los que ha tenido que convivir en los últimos tiempos. Pasiones encontradas, amores y amistades, sexo y traiciones se unen en una novela sobre la que hablamos con la periodista extremeña.
¿Qué le ha supuesto a nivel personal 'Mañana, a las seis'?
Es un sueño cumplido. Es un objetivo casi diría que vital, no laboral. Es algo que deseaba hacer pero no tenía claro si podía. Al final ha sido el sueño de realizar algo que quería hacer. No sé si de forma excelente o regular, eso ya lo decidirá quien lea la novela. Haberla podido escribir y haberla podido sentir es para mí un objetivo cumplido.
¿Se puede definir como una novela terapéutica?
A mí me ha permitido mirar al mundo por una especie de ventana en la que veía otros actores, otras personas, otros protagonistas y otros problemas en los que podía trabajar, arreglarlos, cambiarlos... La verdad es que ha sido muy bonito ya que me ha permitido tener ese lugar para escapar, aunque sea un lugar de ficción.
La protagonista se enfrenta a situaciones adversas, aunque intenta transmitir siempre mensajes de puro optimismo.
Es al final de la historia cuando ella se da cuenta de que necesita ser positiva y sacar cosas constructivas hasta de un momento malo. Al principio, no es capaz de hacer eso. Yo creo que lo importante de 'Mañana, a las seis' es que ella va aprendiendo. Y va aprendiendo gracias a que la gente que tiene alrededor es muy sabia y mucho más sensata que la propia protagonista. Cuando ella se empieza a fijar en los que tiene alrededor es cuando encuentra la calma y la sensatez. Mientras que no escucha a los que están a su lado, ella es incapaz de encontrar un camino correcto, o por lo menos no peligroso.
De ahí quizás esa lucha constante que existe en la novela entre la bondad y la maldad.
Es una novela que habla de la maldad y de la bondad, y de quien gana. Al final en la novela la maldad es muy cruda, muy dura, muy compleja y está muy escondida. La bondad es tanta que acaba siendo como un grito lejano en un acantilado perdido.
También son numerosas las invitaciones a la reflexión durante la novela. Una de ella es la que nos plantea pensar en el valor de lo que tenemos.
No creo que sea una novela que anime al impulso. Yo creo que es una novela para que cada uno la lea buscando sus necesidades. Quien tenga necesidades de vivir ese impulso va a encontrar el apoyo de Lucía. Quien necesite mayor prudencia va a encontrar el apoyo de Marisol. Cada uno va a encontrar a su amigo dentro del libro. Yo creo que las decisiones no son acertadas si te tiras o no a la piscina. Yo creo que depende de cómo, quién, cuándo o por qué. Hay demasiados factores. Evidentemente, el ser prudente, en muchas ocasiones, no es un error.
Es inevitable preguntarle por la parte personal que tiene 'Mañana, a las seis'.
Tiene a Aurora, que es una anciana inspirada en mi abuela. También tiene muchas cosas de mi madre y cosas mías. Tiene mucho de esa relación madre-hija, de esa dependencia. Si hay algo mío es eso. Y solo a pinceladas. He necesitado más que nunca que fuera otra historia, que mi parte en la novela fuera ínfima ya que también la he escrito en un tiempo de mi vida en el que lo que menos quería era escribir de mí misma. Ha sido una oportunidad para darle protagonismo a otras personas que son mis personajes, pero que también han sido mi familia durante todo este tiempo.
Los escenarios juegan un papel muy importante...
No es tanto lo que hace con Román y sí cómo lo hace, dónde, cúando y cómo prepara esas citas. Y luego las ciudades, Nueva York, Madrid, los pequeños lugares, los sitios secretos... Son muy importantes los lugares ya que no es lo mismo aquí que allí. Nunca será lo mismo.
Hablando de lugares, ha comentado que terminó el libro en Honduras. ¿Cree que hubiera cambiado algo de haberlo finalizado en otro contexto, lugar y situación laboral?
Lo mismo en otro lugar me hubiera resultado más difícil cumplir con los plazos, terminarlo. Al final la distancia ha sido beneficiosa en todos los sentidos. Me ha dado paz y me ha dado tiempo. Aunque tenía mucho trabajo con 'Supervivientes', sí tenía mi ratito y ese ratito era solo para la novela. Yo creo que solo podía haberlo terminado allí. Las cosas suceden por algo.
Dentro de esos personajes tan curiosos también llama la atención el papel de León.
León... ese gato. Yo tengo una relación muy especial con mi gato. El gato está en la novela para terminar al lado de otra persona, no de ella. Para mí los gatos tienen algo mágico, algo único, y quería dotar a la novela de cierta magia. La magia está en la vida, no en los libros o las películas. La magia está ahí, solo hay creerla y querer verla. Yo soy fan de todos los felinos, que pueden representar esa magia. Quería también que León fuese como el animal en el que pueden meterse todos los lectores, con el que pueden entrar en la habitación y pueden estar.
En relación con los lectores, ¿qué le han comentado sobre el libro? ¿Qué tal la crítica?
En general, bien. Parece que entretiene, que gusta. Yo estoy contenta. Parece que transmite lo que quería, que transmite esperanza y cosas buenas.
Por último, ¿tiene ya en mente otra aventura literaria o ahora se va a tomar un descanso en este sentido?
Ahora no tengo nada que contar. De momento me parece un poco pronto y quiero disfrutar de 'Mañana, a las seis'.
Mañana, a las seis
Apenas una semana después de su lanzamiento, 'Mañana, a las seis' ya había alcanzado su tercera edición. Algunos críticos han comparado la novela con Cincuenta sombras de Grey. Aunque el sexo tiene un papel importante, son otras situaciones las que llevan el peso de la historia. Para nada se puede encuadrar el libro dentro de una literatura para mujeres, ya que los personajes masculinos también tienen un juego especial.
Lucía es la protagonista y forma con César una pareja idílica a vista del resto de la gente. Pero, el rechazo de César lleva a Lucía a buscar otros caminos amorosos y sexuales. Y mientras que vive esas experiencias, convive con una madre que prepara su adiós, una vecina de la más sexy y una camarera muy intuitiva.