Un retrato del amor y del paso del tiempo en Los amantes de Coney Island

Romanticismo y nostalgia en una novela escrita por Billy O'Callaghan

Entre la nostalgia y el romanticismo camina Los amantes de Coney Island (Salamandra), una novela que se adentra en temas como la pérdida, el destino y, por supuesto, el amor. Está narrada siguiendo el hilo de dos líneas del tiempo. La trama principal está centrada en Michael, un hombre que desde hace 25 años mantiene un encuentro secreto con Cailtin. Una habitación de hotel de Coney Island es el lugar elegido para unas horas de los martes de principios de mes.  

Una historia de amor clandestina que camina entre el presente y el pasado reflexionando sobre el verdadero significado de amar. Una novela que gustará a aquellos amantes de la melancolía. Mientras los amantes comparten momentos, la vida pasando y, precisamente, sobre ese paso del tiempo también trata esta obra escrita por Billy O'Callaghan.  

Hay momentos en los que a Caitlin le cuesta discernir cuál de sus dos vidas es más real. En cuanto vuelve a ponerse en la piel de la mujer casada y hogareña, las tardes pasadas con Michael, intensificadas por su escasez, se les antojan un sueño

Los amantes de Coney Island

La importancia de las decisiones que tomamos y el valor que puede tener o no la fidelidad son algunos de los ingredientes que también se encuentran en un libro que cuenta con una narración muy fluida. El estilo empleado es directo. Una historia conmovedora, de las que dejan un buen regusto durante varios días. De las que son difíciles de olvidar por los momentos que te regala su lectura. 

Así comienza...

Aquí sopla un aire gélido. Ya hacía un día de perros viniendo de Manhattan, pero nada que ver con esto. Aquí reina la desolación más absoluta. La hora pasada en el tren ha sido una hora a resguardo del viento, y ahora es casi mediodía y parece que no tardará en nevar. 

Michael y Caitlin avanzan deprisa, hombro con hombro, la cabeza gacha, la espalda encorvada. Salvo por una pareja de borrachos que se pelean por una botella en un portal —el viento silencia sus voces— y, un poco más allá de la Nathan's, en Surf Avenue, un anciano negro atado a un perro ridículamente pequeño por una cuerda de tender naranja, las calles parecen desiertas, cerradas a cal y canto.

Por: Luis Galindo
Fecha: 23-05-2023