Una historia de ordinaria dependencia

Lydia Zapata es la autora de una novela sobre la adicción a las drogas y la depresión que ofrece una mirada hacia la superación y la resiliencia

Eleonora. Una historia de ordinaria dependencia es una de esas novelas que merecen tener un recorrido mucho más largo en el mundo de los libros. Una historia bien estructurada, con un tema bien planteado y abordado a pesar de las dificultades que conlleva y con una estilo narrativo directo. 

La adicción a las drogas, y las consecuencias derivadas de esta dependencia, es el punto sobre el que camina un relato que nos mostrará también la dolorosa cara de la depresión. Pero a pesar de su dureza y la profundidad, la historia nos ofrece una mirada positiva demostrando que no hay que arrojar la toalla para conquistar segundas oportunidades. Solo tenemos una vida y hay que hacer todo lo posible para encontrar el camino de la felicidad. 

Eleonora, la joven de 28 años protagonista de la novela, lucha por ver luz entre tanta oscuridad y cuenta para ello con la ayuda de una psicóloga muy atenta y especial. La amistad y el amor también comparten habitación con este recomendable libro. 

Lydia Zapata (en la imagen) es la autora de una narración contada con mucha sensibilidad, sin buscar el sensacionalismo e indicando el camino hacia la resiliencia. Historia de superación bien estructurada, con diálogos frescos y fácil de leer. Un libro ameno, de fácil lectura, de esos que merecen una oportunidad editorial en el siempre difícil mundo de los libros. Pero, independientemente de esto, el lector que se acerque a sus páginas seguro que disfrutará de la historia. 

Como bien apunta Paula Miñana en el prólogo, "acompañar a Eleonora en su propia vieja y ser espectadores de su particular travesía por el desierto nos conecta con una parte oculta de nosotros mismos, esa en la que la tentación, la excitación de lo efímero y la humana certeza de creernos invencibles, nos hace preguntarnos si realmente detrás de cada uno de nosotros, no hay una historia de ordinaria dependencia". 

Así comienza...

Suena el despertador y me despierto de un sobresalto. Cuando abro los ojos me doy cuenta de que no estoy sola. Leo duerme profundamente en mi regazo. No recuerdo cómo ha llegado hasta aquí y le beso la frente complacida mientras miro su rostro angelical. Podría estar observándole mientras duerme por horas. Muchas veces lo he hecho. En las noches de insomnio me tranquiliza sentarme en el suelo de su cuarto y disfrutar de este momento mientras pienso en la suerte que tienen los bebés y lo difícil que se vuelve todo a medida que vas creciendo. «Espero que no se parezca a mí, se ahorrará muchos problemas», pienso mientras me incorporo con dificultad. Son muchas las noches en las que recuerdos del pasado inundan mis sueños transformándolos en pesadillas, y esta ha sido una de ellas. Tengo todo el cuerpo dolorido de la tensión pasada y la cabeza me va a estallar". 

Por: María Vila
Fecha: 03-11-2020