Cuando el diablo se sienta a tu lado

Rachel Ripley es la autora de esta novela de terror, fantasía y realismo mágico

Si no encuentras tu sitio en el mundo actual tal vez puedas hacerlo en el de los libros. Cuando el diablo se sienta a tu lado nos invita a viajar interiormente por ese mundo de sombras y ambiciones en el que habitamos que transita por un camino marcado por la perdición, por los excesos, por la cara del fracaso.  

Rachel Ripley (imagen) es la autora de esta novela donde el terror psicológico, el suspense, juegan un papel importante junto a ese realismo mágico que también aparece durante la historia para abrazarse con la fantasía y la ciencia ficción. Pero la realidad también está muy presente en forma de todas esas reflexiones que nos plantea el libro sobre lo que podemos perder si no somos capaces de frenar a tiempo en nuestros deseos de querer más y más. 

Cerré los ojos, intentando controlar el pánico que se había apoderado de mí. La idea de mi transformación física me repugnaba y aterrorizaba a partes iguales. ¿Qué iba a ser de mí? 

Cuando el diablo se sienta a tu lado

La ludopatía, un tema siempre delicado, es tratado con mucho tacto y acierto por una autora que dibuja bien a los personajes de un libro que tiene como protagonista a Leo. Bien escrita, con un lenguaje sencillo, su lectura es ágil y entretenida. 

Cuando el diablo se sienta a tu lado es una lucha contra nosotros mismos, una historia actual pero que también tiene vínculos con el pasado, una novela de terror donde la realidad y la fantasía van de la mano. El final, por cierto, es tal vez demasiado fantasioso, pero no deja de ser un thriller adictivo con el que conectas fácil desde las primeras páginas. 

Así comienza...

"No era la primera vez que me echaban de un casino. En más de una ocasión, cuando había perdido todo mi dinero y no hacía más que molestar al resto de los clientes, me habían invitado amablemente a abandonar el establecimiento. En otras, no tanto. Sobre todo, cuando se trataba de tugurios en los que se realizaban timbas de todo tipo, donde la educación y los modales no eran lo más valorado. Ya fuera, respiré profundamente el aire frío de la noche. Me volví para mirar la entrada, con esa profusión de luces y tonos dorados que invitan, a todo aquel que la atraviesa, a soñar con promesas de dinero y riqueza que rara vez se materializan. Suspiré, sabiendo que pasaría mucho tiempo antes de que yo pudiera volver a cruzarla..."

Por: Luis Galindo
Fecha: 01-04-2019