La mentirosa, de Sophie Stava: las verdades ocultas de una identidad inventada

Una novela que transforma la mentira en una forma de estar en el mundo

La mentirosa (Destino), de Sophie Stava, es una novela se adentra en los pliegues de la identidad femenina, marcada por el trauma, la precariedad y una necesidad acuciante de ser vista. La protagonista, Sloane, transforma la mentira en una forma de estar en el mundo, un arte sutil que le permite sobrellevar una existencia gris.

Desde el arranque, la narración sitúa al lector en el momento en que Sloane, sin pensarlo, afirma ser enfermera para auxiliar a una niña herida en un parque. Esta mentira —espontánea, casi instintiva— da paso a una secuencia de falsedades que la alejan de su anodina realidad como trabajadora de un salón de belleza. Lo que empieza como un gesto empático se convierte en una ficción sostenida, alimentada por el deseo de pertenecer a otra vida.

Una voz que seduce y perturba

El relato en primera persona construye un retrato honesto y sin adornos de una mujer rota. Sloane no solo es consciente de su impostura, sino que reflexiona sobre su origen: una infancia inestable, marcada por la enfermedad de su madre, la pobreza y la continua sensación de no estar a la altura. En este contexto, la mentira emerge como un mecanismo de defensa, una vía para sobrevivir emocionalmente. Contar historias es su manera de hacerse visible en un entorno que la ignora.

La escritura de Stava destaca por su agilidad, con un tono que oscila entre la ironía y la vulnerabilidad. La protagonista se expone sin reservas, y a través de su mirada, el lector accede a un mundo donde la frontera entre verdad y ficción es difusa. Sloane no busca engañar a los demás por malicia, sino para encontrar un lugar desde el que reconstruirse. El lector asiste así al progresivo desgaste emocional que supone mantener una identidad inventada.

Mentir para sobrevivir

El personaje de Jay y su hija Harper funcionan como catalizadores de un deseo que va más allá del amor romántico. Representan una posibilidad de redención, una familia a la que podría pertenecer si fuera otra persona. La mentira se convierte entonces en una aspiración, una vida alternativa que se anhela con intensidad. La tensión narrativa no proviene de giros argumentales abruptos, sino de la acumulación de pequeñas imposturas que van tejiendo una red difícil de sostener.

La novela también plantea una crítica soterrada al entorno urbano contemporáneo. El salón de belleza en el que trabaja Sloane es un microcosmos donde las jerarquías sociales y los prejuicios quedan expuestos con crudeza. El contraste entre clientas ricas e indiferentes y trabajadoras invisibilizadas acentúa la sensación de que la mentira, en este contexto, no es solo un acto individual, sino también una respuesta a una estructura desigual.

Con una voz narrativa potente y un estilo ágil, La mentirosa logra atrapar al lector desde la primera página. Stava no ofrece respuestas ni redenciones fáciles, sino que presenta un personaje complejo, que genera empatía a pesar —o quizás por— sus constantes contradicciones. La novela propone una reflexión sobre la identidad, el deseo y el precio de ser alguien, aunque sea a través de una mentira.

A lo largo de sus páginas, Sloane se enfrenta no solo a los demás, sino a su propia construcción. El peso de sus invenciones no se traduce en un castigo moral, sino en un lento desmoronamiento personal. El relato no juzga, solo observa y muestra. Y en ese ejercicio, consigue que el lector se cuestione hasta qué punto todos somos, en mayor o menor medida, fabricantes de nuestras propias ficciones.

Sophie Stava firma una novela tan íntima como incómoda, tan incisiva como entrañable. Con La mentirosa, se consolida una mirada literaria capaz de bucear en las zonas oscuras del alma sin perder la precisión ni el pulso narrativo. Una lectura que interpela, que deja huella y que, como su protagonista, dice mucho incluso cuando parece que no está diciendo la verdad.

Por: María Vila
Fecha: 10-07-2025