La mitad fantasma, la nueva novela del argentino Alan Pauls

Una historia sobre la soledad, el enamoramiento virtual, el voyeurismo sentimental y la distancia entre personas

Una pareja de enamorados es la protagonista de La mitad fantasma (Literatura Random House), la novela con la que el escritor argentino Alan Pauls ha regresado a la escena literaria tras la trilogía Historial del llanto, Historia del pelo e Historia del dinero. Unos amantes a los que tal vez les separen más cosas que les unan, pero precisamente de eso trata esta historia, de las distancias, tanto en lo referente a la edad como a los kilómetros que separan a esta pareja. 

Savoy es un hombre sedentario que pasa de los cincuenta mientras que Carla es una treinteañera que no tiene acomodo en ningún lugar por su espíritu inquieto. Él se ve fuera del nuevo mundo que han creado las tecnologías. Se ve algo anticuado para controlar las redes sociales hasta que queda atrapado en las del amor tras conocer a Carla. 

Alan Pauls, uno de los autores argentinos más destacados

Alan Pauls (en la imagen), uno de los escritores argentinos más destacados de la actualidad, firma una novela de enamoramiento, de flechazos, de un amor que a veces es casi imaginario, marcado por la distancia y por los dos mundos diferentes de dos personas que son polos opuestos. 

 Pero, a pesar de todo, estos obstáculos no tienen que suponer el fin de esa búsqueda de la otra mitad. Un enamoramiento marcado por la pantalla, por lo que puede transmitir, acercar o distanciar en una relación digital. Una novela sobre la soledad, los efectos secundarios del amor virtual, sobre el voyeurismo sentimental y sobre esa otra mitad de la pareja que, en este caso, ni  siquiera puede confirmarse o no como tal. 

Así comienza: La mitad fantasma

Siempre había vivido en departamentos alquilados. Sus finanzas, bastante estables para un país más bien propenso a la zozobra, le daban la posibilidad de elegir los edfiicios y barrios que le gustaban, disponer de las comodidades que necesitaba una vida como la suya y, en ocasiones, darse lujos muy por encima de su condición, una cochera, por ejemplo, o un balcón terraza, que por lo demás rara vez usaba. Pero esa situación de desahogo no le habría alcanzado para comprar, y tampoco para consuelos portátiles como imaginarse en el papel de propietario, un ejercicio que al menos le ahbría permitido evaluar mejor, desde una posición más idónea, las ventajas y desventajas dela condición que le estaba vedada. 

Por: J. Berto
Fecha: 06-05-2021