Miguel Vasserot y la fascinante oscuridad de Cuando llegues al infierno
Una novela que mezcla crimen, medicina y deseo en la España del siglo XIX

Ambientada en el Madrid de finales del siglo XIX, la novela de Miguel Vasserot se adentra en un tiempo de luces y sombras, cuando el progreso científico convivía con los prejuicios sociales y la doble moral. Cuando llegues al infierno (N de Novela) abre con la muerte de Tasio García, un joven huérfano de pasado turbulento, hallado desnudo en la pista del hipódromo de la Castellana. Su vida, marcada por el abandono y la miseria, es el retrato de una ciudad desigual donde la supervivencia depende tanto del ingenio como de la suerte.
El autor sitúa al lector en un Madrid de contrastes: calles húmedas, hospicios, cafés, burdeles y sanatorios donde la ciencia se mezcla con la superstición. Tasio es el símbolo del marginado que desafía al destino, un hombre criado en la exclusión, testigo del lado más oscuro de la capital y víctima de un crimen que desvela un misterio mayor.
Ciencia, crimen y deseo: la anatomía de un pecado
Frente a la figura del huérfano, surge Eugenia Alonso, hija de un médico prestigioso y una mujer adelantada a su tiempo. A través de ella, la novela explora el conflicto entre el conocimiento y la moral. Su inteligencia y su pasión por la ciencia la llevan a desafiar las normas sociales y adentrarse en experimentos tan inquietantes como reveladores. En su laboratorio subterráneo, la joven estudia muestras biológicas con un rigor que roza la obsesión, reflejo de una sociedad que empezaba a medir el alma humana con instrumentos de precisión.
La narración alterna entre la investigación científica y el deseo reprimido, mostrando a Eugenia como un personaje complejo, atrapado entre el impulso del descubrimiento y la condena de la sociedad. En su soledad, el cuerpo se convierte en objeto de estudio y de culpa. Vasserot construye así una voz femenina fascinante, un espejo deformado del progreso que promete redención y termina abriendo las puertas del infierno.
El tono del relato combina el rigor histórico con el pulso del thriller. La muerte de Tasio, investigada por el juez Lucas Varela y el forense Julio Pidal, se convierte en el eje de una trama que desnuda la corrupción institucional y los límites de la razón. Los diálogos indirectos y la minuciosidad descriptiva dan forma a un fresco social donde la justicia y la ciencia se enfrentan a su propio espejo moral.
El Madrid de Cuando llegues al infierno respira como un organismo vivo: un escenario donde el crimen y la decencia comparten el mismo aire viciado, y donde cada personaje parece condenado por su propio deseo. La precisión en los detalles —el olor del bórax, la luz del quinqué, la textura de la piel bajo el microscopio— dota al texto de una densidad casi sensorial que recuerda a la novela naturalista, pero con un ritmo narrativo moderno.
El infierno como espejo de la razón
En el centro del relato late una pregunta constante: ¿puede el conocimiento liberar o condenar? Eugenia Alonso encarna esa contradicción. Su búsqueda de la verdad la empuja a cruzar todas las fronteras, desde el cuerpo hasta el alma, desde el laboratorio hasta la transgresión moral. Vasserot no juzga a sus personajes; los muestra con una distancia casi clínica, como si fueran piezas de un experimento humano.
El estilo se caracteriza por un equilibrio entre la prosa precisa y la intensidad emocional. Las descripciones, de un realismo casi fotográfico, se alternan con momentos de tensión contenida que mantienen al lector en un estado de alerta. La novela se convierte así en un recorrido por los límites del conocimiento, donde la verdad y la locura son apenas dos caras de una misma moneda.
La novela es también una reflexión sobre el cuerpo, el deseo y la fe en el progreso. El tratamiento del lenguaje es elegante y sobrio, pero cargado de simbolismo. La muerte, la ciencia y el erotismo se entrelazan como fuerzas inevitables de un tiempo en transformación. Cada personaje parece condenado por sus propias pasiones, y cada hallazgo científico abre una grieta en la conciencia.
Vasserot ofrece una mirada crítica y profunda sobre una sociedad que se cree ilustrada, pero que no logra escapar de sus demonios. En esa tensión entre el avance y la culpa, entre el laboratorio y la confesión, la novela encuentra su fuerza literaria.