Atrapado por el universo Auster

Con una edición muy cuidada de Libros del Zorro Rojo, una ilustraciones maravillosas de Tom Burns y un retrato literario diferente y exquisito de Paul Auster, La trilogía de Nueva York es un libro muy a tener en cuenta por esos lectores soñadores y amantes de las letras que se encuentran con su creador y su conciencia.

Aunque salga el tren, las últimas páginas de los buenos libros nunca llegan porque siguen su camino en cada lector. Para nada es mi intención redescubrir al autor ni a este libro, uno de los referentes de la literatura norteamericana de los 90, pero sí me gustaría acentuar un poco en esta reseña el poder inspirador y narrativo de Auster.

La trilogía se divide en tres capítulos, tres novelas cortas tituladas Ciudad de cristal, Fantasmas y La habitación cerrada. Las referencias autobiográficas son permanentes en este espejo creativo en el que el lector puede bucar la literatura interior de Auster. Eso sí, en esa mirada no busque ningún gesto de aprobación o complicidad.

En Fantasmas, los personajes se pintan de colores para dibiujar una de esas tramas magistrales en las que no pasa nada ocurriéndolo todo. A lo largo de la trilogía, el autor sigue el patrón de la novela policiaca pero con un estilo muy particular donde reina el juego de la confusión en unos ambientes y situaciones que se van mezclando en unas historias sin sentido ni relación aparente entre ellas, pero que se van uniendo de la misma forma y manera que Auster te va atrapando, seduciendo, llevándote a su universo. Sin querer obligarte ni acompañarte, pero indicándote claramente la dirección que tienes que tomar.

El desenlace es sublime, de categoría, los tres finales de cada relato son los remates precisos para darles valor y peso al conjunto de esta sorprendente obra por su carácter y estilo.
 

"Hay muchas más palabras que decir. Pero creo que no las diré. No. Hoy no. Mi boca está cansada ahora y creo que ha llegado la hora de que me vaya. Por supuesto, yo no sé nada del tiempo. Pero es igual. Para mí. Muchas gracias. Sé que usted me salvará la vida, señor Auster. Cuento con usted. La vida solo puede durar cierto tiempo, ¿comprende? Todo lo demás está en la habitación, con la oscuridad, con el lenguaje de Dios, con los gritos. Aquí soy del aire, una cosa hermosa para que la luz brille sobre ella. Quizá recordará usted eso. Soy Peter Stillman. Ese no es mi verdadero nombre. Muchas gracias".
Por: Luis Galindo
Fecha: 24-02-2016