Ariadna Tuxell: "Me interesa lo que arde, lo que descoloca, lo que deja huella"

Nacida en Barcelona en los años ochenta, Ariadna Tuxell ha convertido su historia personal en materia literaria. Autora de la trilogía Secretos oscuros, escribe desde un territorio donde la emoción y la verdad se tocan. Sus novelas mezclan suspense, erotismo y drama con una mirada femenina poderosa y sin concesiones

Ariadna Tuxell escribe desde un lugar donde la vida y la literatura se confunden. Sus novelas, intensas y emocionales, nacen del pulso de lo vivido: pérdidas, amores que descolocan, heridas que dejan cicatriz. Nacida en Barcelona en los años ochenta, se lanzó a escribir tras lo que ella llama un “encuentro místico”, un momento revelador que la llevó a transformar la dureza de su historia personal en materia literaria. Desde entonces, cada libro suyo es un viaje de introspección y una apuesta por narrar con la piel abierta.

En Sombras en la ciudad, primera entrega de la trilogía Secretos oscuros, Tuxell construye un relato donde el suspense, la pasión y la corrupción se entrelazan en una Barcelona que late como un personaje más. La novela sigue a Beatriz Ayala, sargento de los Mossos d’Esquadra, en la investigación de un asesinato que involucra a jóvenes de la alta burguesía y a miembros de la propia policía.

Lo que empieza como un caso profesional pronto se convierte en un viaje personal que la enfrenta a su propia dualidad: la mujer racional y la amante empoderada, la que busca justicia y la que se atreve a jugar con el deseo y el poder. Es una historia donde los límites entre lo correcto y lo prohibido se difuminan, y donde nadie está completamente libre de culpa.

Su narrativa romántico-dramática escapa de lo previsible: no busca idealizar el amor, sino desentrañar sus contradicciones. En sus páginas no hay príncipes ni finales de cuento, sino personas que se enfrentan a su deseo, a la pérdida y a las segundas oportunidades con una honestidad que desarma.

Habita la zona intensa del mapa literario, aquella donde el drama tiene profundidad, el erotismo sentido y la ternura cicatrices. Y lo hace con una prosa directa, pasional y sin adornos, que se sostiene en la emoción y la verdad.

Más que contar historias, Ariadna Tuxell busca provocar experiencias. Escribir, dice, es su manera de habitar el mundo: de darle forma al caos, de reconciliarse con el dolor y de invitar al lector a mirar dentro de sí mismo. Su obra es una conversación entre la herida y la belleza, entre el instinto y la razón, entre la autora y quienes se atreven a sentir con ella. Porque, al final, su literatura no se lee: se vive.

¿Cómo fue tu primer encuentro consciente con la escritura y qué te dijo de ti misma como autora?

Fue como abrir una puerta a un mundo secreto que solo yo conocía. Recuerdo que siendo muy pequeña escribía finales alternativos a los cuentos que no me convencían. Me gustaba imaginar realidades distintas, darles la vuelta a las historias y rebelarme contra lo que “debía” pasar.

Aquel primer contacto me dijo algo muy claro: no solo tenía imaginación, tenía una necesidad de contar. Y desde entonces supe que, aunque hiciera otras muchas cosas en la vida, escribir sería mi hogar.

En tus novelas aparece a menudo el deseo, la segunda oportunidad y relaciones que rompen esquemas. ¿De dónde nace ese interés por los conflictos que trascienden lo «romántico típico»?

De la vida misma, que rara vez se comporta como un cuento de hadas. Me fascinan las relaciones imperfectas, los amores que tambalean certezas, las segundas oportunidades que llegan cuando nadie las esperaba. Lo fácil me aburre; lo complejo, en cambio, me provoca.

Y ahí, en ese territorio donde el amor no viene con manual de instrucciones, es donde siento que mis historias cobran verdad.l caos, de reconciliarse con el dolor y de invitar al lector a mirar dentro de sí mismo. Su obra es una conversación entre la herida y la belleza, entre el instinto y la razón, entre la autora y quienes se atreven a sentir con ella. Porque, al final, su literatura no se lee: se vive.

¿Cómo equilibras el componente emocional-pasional con el arco narrativo y la coherencia de los personajes? ¿Qué retos te encuentras en esa tensión?

El reto está en no perder el pulso emocional sin descuidar la trama. Me gusta que el personaje tenga coherencia, que no actúe por capricho del argumento, sino porque su historia interna lo empuja.

Para mí, escribir es como bailar: emoción y estructura deben ir de la mano. A veces el corazón pide una cosa y la lógica otra, y ahí es donde surge la magia si sabes sostenerla.

Cuéntanos sobre uno de tus personajes favoritos: ¿qué piezas de ti, de tu historia o de tu mundo interior se filtran en él o ella?

Beatriz Ayala, protagonista de Sombras en la ciudad, es muy especial para mí. Le presté mi nombre real y mi profesión como mossa d’Esquadra. Pero más allá de eso, le di muchas de mis dudas, de mi fuerza y de mi manera de enfrentar la vida.

Ella es justicia y fuego. Es racional y emocional a partes iguales. Y en sus silencios, está todo lo que a veces yo no digo.

¿Cómo defines tu estilo literario? ¿Qué autores, géneros o momentos literarios te han influido o inspirado a la hora de escribir narrativa romántica-dramática?

Mi estilo es directo, pasional, sin florituras innecesarias. Me gusta ir al grano, pero sin perder la belleza de la frase. Me encanta Megan Maxwell y adoro la intensidad emocional de Isabel Allende.

Y luego están mis referentes más viscerales: las películas, la música, las conversaciones escuchadas en silencio… todo me inspira.

En el mercado del romance existe una gran variedad: desde lo ligero al “dramón”, lo erotizado al tierno. ¿Dónde te encuentras tú como autora y qué lugar quieres ocupar o habitar en ese mapa?

Yo soy de las que se sienta en la zona intensa del mapa. Me fascina el drama con profundidad, el erotismo con sentido, la ternura con cicatrices. Me interesa lo que arde, lo que descoloca, lo que deja huella.

No quiero que mis novelas sean solo un pasatiempo. Quiero que sean una experiencia.

¿Cuál es tu proceso creativo habitual? ¿Primero desarrollas personajes, trama o emoción-tema? ¿Y cómo trabajas los diálogos para que “acaben de despegar”?

Todo parte de una emoción. Una imagen, una frase, una herida que me ronda. A partir de ahí aparece el personaje que carga con eso. La trama viene después, como consecuencia inevitable.

Los diálogos los escucho en mi cabeza como si fueran una escena de cine. Si no suenan reales, los borro sin piedad.

¿Cómo manejas la voz narrativa y el punto de vista en tus novelas para lograr que el lector se identifique sin perder tensión dramática?

Uso mucho la primera persona porque soy partidaria de meter al lector en la mente del personaje, hacerlo cómplice de su dolor, de su deseo, de su contradicción.

Pero también juego con el ritmo y el suspense. Lo importante es que el lector sienta que está viviendo la historia desde dentro, pero que nunca tenga todas las respuestas. Esa tensión mantiene viva la llama.

¿Qué importancia das al entorno, el lugar o el “paisaje emocional” en tus novelas? ¿Crees que sin un escenario interno y externo bien construido la emoción no fulmina?

Absolutamente. El entorno físico y emocional es clave. Barcelona, por ejemplo, en muchas de mis novelas no es solo un lugar, es una presencia.

Y lo mismo ocurre con los escenarios emocionales de los personajes: sus recuerdos, sus miedos, sus pasados. Todo eso construye una atmósfera que envuelve al lector.

¿Hay alguna escena que haya sido especialmente difícil de escribir por la carga emocional o por lo que implicaba revelar de ti como autora?

Sí. En Te quise, te quiero y SIEMPRE te querré hay muchas escenas durísimas de escribir. Hablar de la pérdida de mi hijo y de mi madre no fue fácil. Fue un acto de amor y de entrega absoluta.

Cada palabra fue una lágrima. Pero también fue profundamente sanador. Ese libro me hizo reconciliarme con el dolor.

¿Cómo dialoga tu obra con la tradición romántica? ¿Te interesa subvertirla, continuarla o reinventarla desde lo contemporáneo?

Me interesa retarla, provocarla. Hay cosas que funcionan en la tradición y que respeto, pero otras que necesitan una sacudida.

Yo quiero hablar del amor desde lo real: lo imperfecto, lo ambiguo, lo visceral. No vine a contar cuentos de hadas. Vine a hablar de personas que se desean, se equivocan y, aun así, apuestan por sentir.

Finalmente: ¿qué quieres que se lleve el lector cuando cierre una de tus novelas? ¿Cuál es la huella emocional y literaria que aspiras a dejar?

Quiero que se le quede el corazón latiendo un poco más fuerte. Que se sienta acompañado, entendido, quizá incluso transformado. Que mis personajes sigan vivos en su memoria.

Aspiro a que cada historia deje un rastro emocional, una verdad que el lector no pueda sacudirse fácilmente. Porque esa es la magia de los libros que importan: que no se cierran cuando termina la última página.

Por: Emma Osorio
Fecha: 30-10-2025