El Valle de las Flores: el grito literario de Groenlandia contra el silencio del suicidio
La novela de Niviaq Korneliussen rompe tabúes sobre el suicidio, la salud mental y la identidad LGTBIQ+ en Groenlandia con una narrativa cruda, poética y profundamente simbólica

Con El Valle de las Flores (Sexto Piso), la escritora groenlandesa Niviaq Korneliussen da forma a una obra literaria que aborda con crudeza el drama silenciado de los suicidios en su país. En Groenlandia, una de las tasas más altas de suicidio del mundo se entrelaza con una cultura donde el tabú y la negación familiar aún pesan más que el dolor mismo. La novela traza un recorrido emocional devastador, desde la distancia geográfica hasta el derrumbe psicológico, de una joven que intenta comprender —y sobrevivir— al trauma que rodea su existencia.
La autora, nacida en Nanortalik en 1990, construye a través de su protagonista una narrativa íntima y feroz. La historia parte desde Nuuk, capital de Groenlandia, y se traslada a Dinamarca, donde la joven protagonista, estudiante de antropología, se enfrenta al rechazo cultural y el exilio emocional. Lo que comienza como una búsqueda de libertad se transforma en un viaje de aislamiento, incomprensión y dolor.
Flores de plástico sobre tumbas anónimas
Tras un suicidio cercano, la narradora regresa a la tierra de su infancia, al imponente y frío este de Groenlandia. Es allí donde se confronta con la herencia de un país que ha naturalizado la muerte entre los jóvenes. Korneliussen utiliza las Flores —con mayúscula— como símbolo de cada vida perdida, y con cada capítulo decreciente, del 45 al 1, convierte la novela en una macabra cuenta atrás que resuena como una alarma ignorada.
Cada sección de la obra está titulada de forma simbólica: “ELLOS”, “TI” y “YO”, permitiendo así explorar el suicidio desde distintos planos de percepción: la sociedad, el entorno íntimo y el interior de la protagonista. La división estructural enfatiza el colapso progresivo, como si el propio relato también se quebrara junto a su narradora.
Uno de los rasgos más destacados de la novela es su lenguaje. La autora mezcla el groenlandés con el castellano traducido, en un juego que refleja la dualidad identitaria y cultural. El glosario incluido por la traductora, Maria Rossich, no solo respeta la riqueza lingüística original, sino que añade una capa de autenticidad y pertenencia al texto.
Korneliussen no rehúye temas incómodos. La novela ha generado polémica por sus escenas de sexo queer explícito, poco comunes en la literatura del Ártico. Pero lejos de ser gratuitas, estas escenas funcionan como reivindicación de una identidad aún marginalizada. La narradora, parte del colectivo LGTBIQ+, se presenta como una figura de resistencia frente a una sociedad que reprime tanto el dolor como el deseo.
La salud mental se muestra en El Valle de las Flores como una enfermedad colectiva. Korneliussen señala de forma contundente la falta de herramientas, el abandono institucional y la inercia social que permite que el suicidio sea una salida frecuente entre la juventud groenlandesa. La protagonista se convierte en espejo de muchos: una voz que se extingue entre cruces de madera olvidadas y flores artificiales.
La autora encuentra espacio incluso para el humor y la ternura en medio del derrumbe. Su prosa, cargada de ironía y lirismo, aporta una dimensión poética a la tragedia. Es esa combinación entre lo brutal y lo bello lo que dota al libro de una fuerza narrativa excepcional, una manera de gritar donde otros callan.
El Valle de las Flores es, en última instancia, una obra sobre la desesperación que se convierte en rutina y sobre una juventud atrapada entre el hielo físico y emocional. La autora convierte el silencio en palabra, y el tabú, en literatura de denuncia. Su novela no busca respuestas fáciles, pero sí obliga a mirar de frente una realidad devastadora que rara vez aparece en los titulares.
Con este libro, Groenlandia deja de ser solo un paisaje remoto para convertirse en el escenario de una tragedia silenciada. Y Korneliussen, con valentía y talento, da voz a quienes nunca pudieron contar su historia.