
La frontera: deseo, traición y memoria entre dos confines del mundo
Una novela que enlaza dos épocas marcadas por el terror de Estado y la pandemia, a través de una historia de amor, culpa y redención ambientada en la Patagonia
Ambientada en uno de los periodos más oscuros de la historia argentina, La frontera (Alt Autores), de Gustavo Villalobos, arranca en enero de 1978, apenas dos años después del golpe militar que dio paso a la última dictadura del país. En ese clima de represión, espionaje y miedo, la novela introduce a tres jóvenes: los argentinos Luna y Juan Cruz, y el chileno Tadeo Kramer, oficial de la armada. En un bar de Ushuaia, los une un fin de semana marcado por la juventud, el erotismo y la transgresión, en un contexto en el que los servicios de inteligencia de ambos países permanecen en máxima alerta ante el posible estallido de un conflicto armado.
Aquel encuentro, situado en los márgenes del mundo y de las convenciones, no se olvida fácilmente. La relación entre los tres personajes queda atravesada por la tensión entre deseo y lealtades ideológicas, en una época donde las decisiones personales se convertían en actos políticos. Ese breve episodio inicial se convierte en el punto de inflexión de una historia que se extiende durante más de cuatro décadas.
Un reencuentro en tiempos de pandemia
En marzo de 2020, con el mundo bajo confinamiento por la pandemia y las fronteras cerradas, los caminos de Luna y Juan Cruz vuelven a cruzarse. El reencuentro, lejos de ser casual, tiene lugar nuevamente en el extremo sur, donde la geografía parece obligar a enfrentarse al pasado. Una crisis medioambiental funciona como detonante para que afloren las culpas, las heridas no cerradas y una revelación que alterará definitivamente la memoria de los hechos compartidos con Kramer.
La Patagonia, espacio físico y simbólico, se transforma en escenario de un viaje interior y exterior. Allí, el tiempo parece suspendido y los recuerdos del pasado regresan con fuerza. La confesión de Luna abre la puerta a una lectura más profunda sobre el precio del silencio y la complejidad de los vínculos humanos bajo presión.
Villalobos contrapone dos momentos históricos separados por más de cuatro décadas, pero conectados por una misma sensación de límite. Por un lado, el terror de Estado; por otro, el aislamiento global. En ambos casos, la libertad y la identidad individual se ven condicionadas por el contexto. La novela establece un diálogo entre generaciones y entre épocas, revelando cómo los traumas colectivos y personales se arrastran más allá del tiempo.
La frontera es también una reflexión sobre la fragilidad de las certezas. Desde una Barcelona pandémica, se proyecta una mirada crítica hacia el pasado y sus efectos persistentes. Los personajes, envejecidos y marcados por sus decisiones, se enfrentan a las consecuencias de un acto que cambió sus vidas, sin que hayan podido resolver del todo su significado.
Con una estructura que alterna momentos íntimos y panorámicas históricas, la novela ofrece una lectura profunda sobre los límites del deseo, la traición y la responsabilidad. No se trata solo de una historia de amor, sino de una exploración de los rincones oscuros de la condición humana, en un territorio geográfico y emocional que bordea el abismo.