Los ojos de la diosa: corrupción, poder y amor bajo la mirada de un Estado en fiestas

Pilar Tena construye una novela de intriga que explora el poder, los fastos y la traición en el marco del 92 español en Nueva York

La novela Los ojos de la diosa (Tres Hermanas), de Pilar Tena, nos presenta a Lita Tejero, una española que vive en la ciudad de Nueva York a finales de los años ochenta y acepta un cargo de responsabilidad en una fundación española creada para gestionar los actos del Quinto Centenario en Estados Unidos. 

En ese entorno de glamour institucional, Lita descubre que lo que parece una misión cultural glamourosa encubre una red de intereses, de presiones y de gestiones que no domina. El escenario de los fastos sirve como telón de fondo para una intriga que une lo público y lo privado, el amor y el engaño, la diplomacia y la traición.

La obra sitúa su acción en el momento en que el Gobierno español despliega una operación de gran magnitud en el exterior, y esa magnitud empieza a mostrar grietas. La protagonista, atrapada entre su deseo de pertenecer a ese mundo y su creciente sensación de que algo anda mal, se convierte en una observadora que debe actuar. Esa tensión entre la ilusión del éxito y la evidencia de la corrupción atraviesa la novela y define su atmósfera.

Intriga institucional y vínculo sentimental

La relación que Lita empieza con Samuel –un funcionario de las Naciones Unidas cuya trayectoria aparece llena de huecos– actúa como contrapunto íntimo de la crisis que se está gestando a su alrededor. Esa historia de amor se ve sacudida por la desconfianza, por la sombra de lo no dicho, por la revelación de que los lazos personales pueden desmontarse cuando se insertan dentro de una maquinaria de poder. En esa intersección entre lo humano y lo institucional, la novela encuentra su fuerza narrativa.

El entramado que la autora construye combina hechos reales —los actos del 92, la diplomacia española, la imagen internacional del país— con una trama ficticia de corporaciones, patrocinadores opacos y construcciones simbólicas como una cúpula en la sede de la organización internacional. El resultado es un thriller que no solo busca sorprender sino desvelar que, bajo la brillantez de los eventos públicos, se mueve una lógica paralela de favores, deuda y silencio.

Un retrato crítico de una época convulsa

Con un estilo que evita el folletín barato, la autora opta por una mirada sobria pero incisiva sobre la España de la época: un país aparentemente moderno que en realidad se encuentra con las mismas estructuras que prometió dejar atrás. La figura de la conmemoración, del monumento, del espectáculo como escaparate internacional se convierte en metáfora de una imagen que olvida los cimientos rotos. La protagonista asiste a esa paradoja, la vive desde dentro y refleja la imposibilidad de separar lo político de lo personal.

El título hace alusión a una mirada que todo lo ve, pero también a una fachada que no permite ser vista por completo. En ese juego de apariencias se mueve toda la novela: los fastos sirven para enmascarar la intriga, la celebración para ocultar los contratos, el discurso para vetar la verdad. La narrativa examina cómo la legitimidad pública puede estar fragilizada por las confidencias privadas y cómo la imagen, por muy cuidada que parezca, puede depender de lo que nunca se dice.

Pilar Tena, con experiencia en relaciones institucionales y organizaciones culturales, consigue que la novela funcione en dos niveles: como entretenido thriller y como reflexión sobre el tiempo histórico que retrata. Los nombres de los personajes, sus decisiones y su entorno se leen como piezas de un mecanismo mayor. A la vez, el lector que entra en la obra encuentra la intimidad de una mujer que se ve obligada a valorar en qué condiciones quiere servir al poder y hasta qué punto esa servidumbre cuesta algo de sí misma.

Lectura para lectores exigentes

Esta novela es adecuada para quienes buscan algo más que entretenimiento ligero. En sus más de 350 páginas la autora calibra ritmo, detalles y personajes para construir una lectura que hace pensar sobre la realidad que rodea los eventos públicos y sobre los costes personales del protagonismo institucional. Su tono serio y su ambición formal la sitúan como una obra relevante dentro del género de intriga con trasfondo social.

Los ojos de la diosa confirma a Pilar Tena como voz narrativa que observa críticamente la historia reciente de España desde un lugar poco habitual –el exterior de sus fastos– y lo privada que puede ser la política pública. Esta novela recuerda que el centro de la atención no siempre es el lugar desde donde se ejerce el poder, sino quizá el que lo ve, lo sirve o lo resiste.

Por: Luis Galindo
Fecha: 15-12-2025