Realismo mágico en el Kurdistán

Los sabios de la oscuridad es la primera novela de Salim Barakat. Fue escrita en 1985 y ahora ha sido editada por primera vez en castellano

Entre lo real y ficticio camina Los sabios de la oscuridad, la ópera prima que el autor kurdo Salim Barakat escribió en 1985 y que ahora ha sido editada en castellano gracias a la apuesta de la editorial Karwan por esta obra escrita con un lenguaje elegante y un poder narrativo que atrapa al lector entre la nieve y esos paisajes por los que transita la historia. 

El Animal rodaba en el albumen. Un viento oculto soplaba y lo arrastraba consigo, veloz, en su curso, mientras que unos  orificios como bocas voraces alargaban sus lenguas para atraparlo

Los sabios de la oscuridad

Aunque son numerosas las circunstancias sobrenaturales que habitan en la novela, el autor realiza un retrato fiel de la situación social, cultural y política del Norte Kurdo, recorriendo la historia desde la caída del Imperio otomano, pasando por el mandato francés de Siria, hasta los primeros años de la segunda mitad del siglo veinte. 

Campesinos, comerciantes de trigo, fugitivos, soldados, contrabandistas y hasta estorninos (algunos estorninos se posaron en aquel mismo cable tendido sobre el patio de la casa del mulá Benav para avizorar desde lo salto, perezosamente, algo que comer que hubiera quedado enterrado bajo la nieve dormida aquella mañana que siguió a la noche de bodas de Bekás) son protagonistas de las intrigas de esta historia narrada prodigiosamente por Salim Barakat.  

Así comienza...

"El mulá Benav de Kóchare intentó mostrarse grave como de costumbre. Sonrío sin que sus labios dejaran ver los grandes y fuertes dientes. Después alzó las manos y recitó, musitándola, la Fátiha. Algunos de los hombres reunidos a su alrededor comenzaron a adularlo con parlamentos prolijos y ampulosos, mas él no se volvió hacia ellos, sino que se levantó con calma. Desplegó una alfombra de rezar y llevó a cabo las dos secuencias de la plegaria con una manifiesta dilación durante la cual se apaciguaron tanto los murmullos de agradecimiento como las palabras de elogio. Cuando hubo acabado, plegó la alfombra y la enrolló. Se calzó los zapatos de plástico y salió por la puerta al patio murado. El patio era amplio. El salón de invitados, donde se hallaba el mulá Benav, estaba situado en su lado norte. En el lado este había unas habitaciones adyacentes con puertas independientes que se abrían al patio". 

Por: María Vila
Fecha: 11-12-2019