
La Mano Negra, una novela que desentierra las sombras del campo andaluz
Daniel Corpas Hansen firma una ambiciosa obra coral que reconstruye la represión del movimiento obrero en la Andalucía de finales del siglo XIX, con intriga, violencia y un sólido trasfondo histórico
La Mano Negra, (istoria) de Daniel Corpas Hansen, arranca con una escena perturbadora: el brutal asesinato de un herrero en Medina-Sidonia, cuya sangre y extremidades calcinadas marcan el tono del resto de la novela. A partir de ese primer crimen, la narración se despliega en una estructura coral que alterna escenarios, personajes y registros, reconstruyendo de forma minuciosa el clima político, social y humano de la Andalucía rural en 1882 y 1883. El telón de fondo: la represión del movimiento anarquista y la creación del mito de la sociedad secreta que da nombre al libro.
Un retrato amplio y despiadado de una época
Ambientada principalmente en Jerez de la Frontera, la novela se sumerge en una campiña marcada por la miseria, el caciquismo y la violencia. La tensión social se palpa en cada página, encarnada en personajes como el juez Rodrigo Quirós, un funcionario degradado enviado al sur como castigo; Juana Salcedo, joven periodista decidida a abrirse paso en un mundo hostil; o Pedro y Francisco Corbacho, impulsores de una utopía agraria en El Alcornocalejo. El autor muestra sin idealismo los conflictos internos de cada figura, dejando espacio para el matiz y el desgarro.
La novela retrata con crudeza la fractura entre las élites y los jornaleros andaluces, dibujando un paisaje social fracturado y al borde del colapso. Las clases dirigentes, representadas por familias como los Montalvo, ejercen su poder con paternalismo y brutalidad, mientras los trabajadores sobreviven entre la humillación y el hambre. Las escenas de represión, injusticia y desesperanza se alternan con momentos de dignidad, ternura y resistencia.
Entre la novela negra y el fresco histórico
Corpas Hansen combina la estructura del thriller judicial con elementos del roman noir, el drama rural y el ensayo político. La investigación del juez Quirós funciona como eje narrativo, pero lo que impulsa la lectura es la capacidad del autor para sostener múltiples líneas argumentales sin perder ritmo ni tensión. La escritura es sobria, efectiva y de ritmo ágil, apoyada en un trabajo documental riguroso y una cuidada recreación del habla y la cultura popular del sur.
Uno de los mayores logros de la novela es cómo traduce el conflicto histórico en una experiencia vívida y emocional, sin renunciar al contexto ni a la fidelidad cronológica. La lucha de los personajes por sobrevivir, organizarse o simplemente comprender el mundo que los rodea, hace que la historia trascienda el hecho local y adquiera resonancia universal.
Ecos contemporáneos desde el siglo XIX
Aunque la acción se sitúa en la Restauración borbónica, el lector puede identificar fácilmente resonancias con el presente: el papel de la prensa, la desigualdad estructural, el miedo al cambio o la instrumentalización de la justicia. En este sentido, La Mano Negra no es solo un retrato de época, sino una exploración de cómo se construyen los relatos de poder, cómo se demoniza la disidencia y cómo se genera el miedo como arma de control social.
La aparición del supuesto grupo anarquista, acusado de promover una oleada de crímenes sin apenas pruebas, actúa como catalizador para una represión masiva que afecta a todo el movimiento obrero. El libro cuestiona si La Mano Negra existió realmente o si fue una invención interesada para sofocar la organización campesina, dejando abierta la reflexión sobre la manipulación de la historia.
Conclusión
Con La Mano Negra, Daniel Corpas Hansen firma una novela ambiciosa, coral y profundamente documentada, que se lee como un thriller político, una tragedia rural y una crónica de época al mismo tiempo. Su mirada es dura, pero nunca cínica; crítica, pero no panfletaria. Una obra que recuerda que, a veces, la literatura es el único espacio desde donde pueden contarse ciertas verdades.