La mugre, de Pat Grant: el futuro distópico donde la esperanza se mezcla con la suciedad

Esta novela gráfica retrata un futuro desolador donde dos jóvenes intentan emprender en una ciudad decadente, con el telón de fondo de una crisis ambiental y social

La mugre, publicada por dib-buks y obra de Pat Grant, sitúa al lector en un paisaje australiano arrasado por una peste, en el que la aridez extrema convive con una nueva forma de supervivencia: el movimiento mediante sangre, el calor asfixiante y una economía de tracción humana. El relato, visualmente potente y narrativamente inquietante, sigue los pasos de Lippy y Penn, dos adolescentes que, junto a su madre, se instalan en Falter City con el sueño de abrir una fábrica de yogures caseros.

Falter City es cualquier cosa menos un oasis. Es una ciudad en auge, pero también una trampa sucia, caótica y plagada de estafadores. Todo en este universo remite a una descomposición generalizada: del medio ambiente, de la moral y de las relaciones humanas. La familia protagonista llega con ilusión, pero el entorno no da tregua. Cada paso exige cautela y cada oportunidad puede esconder un engaño.

Distopía con raíces sociales y ambientales

La influencia de obras como Mad Max es clara, pero en La mugre hay algo más que estética apocalíptica. La desigualdad, la desesperación y la degradación ecológica forman el núcleo del mensaje. La novela gráfica no se limita a mostrar un futuro sombrío, sino que vincula ese escenario a las consecuencias de la explotación incesante del entorno natural y al abandono de quienes quedan fuera del sistema.

El estilo visual de Pat Grant se suma a esta propuesta narrativa con una fuerza singular. Las imágenes no embellecen el desastre, sino que acentúan el carácter viscoso y opresivo del mundo que retratan. La textura gráfica remite constantemente a la suciedad, al sudor, a la decadencia física de una sociedad que apenas se mantiene en pie. Esa estética refuerza el tono del relato y acompaña el trayecto incierto de sus protagonistas.

La ironía atraviesa buena parte de la narración. Aunque la historia gira en torno a una iniciativa emprendedora, la idea del éxito se desmorona a cada página, atrapada por un contexto donde la suerte es volátil y la honestidad escasa. Los jóvenes protagonistas son retratados con ternura, pero también con una lucidez implacable sobre las condiciones que los rodean.

En este sentido, La mugre funciona como una metáfora de la precariedad contemporánea: la fragilidad de los sueños frente a un sistema hostil y agotado, donde la resiliencia individual apenas logra sostenerse. El humor negro y la desesperanza se entrelazan sin que la obra pierda ritmo ni identidad.

El relato también deja espacio para la crítica a la explotación juvenil. Lippy y Penn son adolescentes que actúan como adultos en un mundo que les exige responsabilidad sin ofrecer garantías, una situación cada vez más reconocible en contextos reales. Su proyecto con los yogures caseros es tan ingenuo como heroico, y precisamente por eso adquiere fuerza como símbolo.

La mugre no ofrece redención ni finales optimistas. Es una novela gráfica que incomoda, pero también interpela, que utiliza el lenguaje visual y narrativo para plantear preguntas sobre el futuro que estamos construyendo. Pat Grant entrega una obra singular, cruda y contundente que, pese a su dureza, no pierde del todo el hilo de la esperanza. Porque incluso en los pantanos más densos, algunos siguen intentando abrir pequeñas fábricas de yogur.

Por: Luis Galindo
Fecha: 30-06-2025