Fundido a negro: thriller político y cine maldito en una España que prefería olvidar
Jesús Cañadas firma una original e impactante novela que combina cine, represión y memoria en una historia de suspense y redención

Jesús Cañadas entrega en Fundido a negro (N de Novela) una novela tensa, oscura y absorbente, ambientada en el último tramo del franquismo, donde el cine de género y la represión política se entrelazan en una trama que desentierra los silencios del pasado. El relato se articula alrededor de la figura de un director de cine de terror, ficticio, pero inspirado en referentes reales, cuya desaparición encierra una madeja de secretos que el protagonista debe resolver.
Con un estilo ágil y directo, la narración alterna entre el presente del investigador y los episodios del pasado, revelando un sistema opresivo donde el arte, lejos de ser refugio, se convierte en campo de batalla. Las películas malditas, las cintas censuradas y los rodajes interrumpidos forman parte de un submundo que encarna las tensiones de una sociedad enferma de miedo y culpa.
Una investigación que es también una redención
El motor de la novela es una búsqueda: la de la verdad tras el olvido. Lo que comienza como un encargo profesional se convierte en un viaje personal marcado por la necesidad de justicia. A través de entrevistas, documentos ocultos y voces del pasado, el protagonista reconstruye una historia que muchos preferirían enterrar. El tono se vuelve cada vez más introspectivo conforme el lector avanza, y el thriller se transforma en un ejercicio de memoria colectiva.
Los personajes que pueblan Fundido a negro están profundamente marcados por la violencia del régimen. Desde la madre que calla, hasta el funcionario que encubre, cada figura representa una pieza del mecanismo de represión y silencio. La culpa, el miedo y la traición atraviesan cada capítulo, dotando al texto de una tensión constante.
Cañadas estructura la obra en capítulos con títulos simbólicos, que refuerzan su carácter casi cinematográfico. El uso de recursos visuales y de un ritmo narrativo que evoca el montaje de una película hacen de la novela una lectura envolvente y sensorial, en la que la atmósfera lo es todo. El epílogo, titulado Comienzo, es una declaración de intenciones que invierte el punto de vista y cierra con fuerza el círculo narrativo.
Más allá del suspense, el autor propone una crítica clara al papel de las instituciones en la perpetuación del olvido. Las cintas de cine ocultas no solo son pruebas materiales, sino también símbolos de la memoria reprimida de todo un país. La novela dialoga con una tradición literaria de denuncia, sin perder nunca su vocación de thriller.
La novela es, ante todo, una historia sobre la necesidad de recordar, incluso cuando hacerlo duela. Una historia que recupera el lenguaje del cine de terror para contar el verdadero horror de un tiempo donde los monstruos no estaban en la pantalla, sino en los despachos. Cañadas ofrece un relato que interpela tanto a la emoción como a la conciencia, sin concesiones, con el pulso firme de quien sabe que contar el pasado es una forma de justicia.